Rocío Jurado adquirió relevancia internacional en su faceta de intérprete de baladas románticas, pero sus raíces fueron siempre el flamenco y la copla...

Como cantante de copla su primer gran éxito fue “Tengo miedo” con el que obtuvo reconocimientos como el Premio a Mejor Intérprete por estar con él varios meses en los primeros puestos de las listas de éxitos de la canción española.

Su afición al flamenco le venía de su padre Fernando Mohedano, que aunque su oficio era el de zapatero, en sus ratos libres ejercía de cantaor y a la niña se lo dejó en herencia.

La primera aparición en público de Rocío Jurado fue a los ocho años en una obra en su Colegio de la Divina Pastora, luego cantó en misas y tras la temprana muerte de su padre, tuvo que echar una mano en casa trabajando de zapatera, recolectora de frutas y aún tenía tiempo para presentarse a los concursos de las emisoras de radio de Sevilla.

A Rocío la llegaron a llamar “La niña de los premios” porque ganaba todos los de las emisoras de radio a los que se presentaba. Uno de esos premios lo consiguió en 1958 y consistió en 200 pesetas, una botella de gaseosa y un par de medias.

Dado el éxito y sin haber cumplido la mayoría de edad, viajó con su madre a Madrid donde le presentaron a La Niña de los Peines y a Manolo Caracol, pero su carrera comenzó cuando tuvo su primer encuentro con la cantaora Pastora Imperio que nada más escucharla cantar, la contrató para su tablao llamado El Duende.

Profesionalmente Rocío Jurado siempre despuntó con un repertorio mayoritariamente de copla, que aunque comenzó a perder vigencia, ella lo revitalizaba con actuaciones enérgicas, tanto en voz como en presencia escénica.

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