Eran las 8 de la mañana del 21 de enero del 2000. La explosión se oyó en todo el vecindario. Un coche bomba cargado con 20 kilos de explosivos se llevaba por delante la vida del Teniente Coronel Pedro Antonio Blanco. Sucedía en la esquina entre la Calle Pizarra y el Paseo Virgen del Puerto, en Madrid, en un barrio en el que vivían muchísimos militares. La banda terrorista ETA ponía fin con este atentado a una tregua unilateral de 14 meses y daba paso a dos años especialmente sangrientos, entre 2000 y 2001, ETA asesinó a 38 personas.

Pedro Antonio Blanco fue la primera. Había salido pronto de su casa para ir a trabajar como cada día. Su viuda, Conchita Martín, aún recuerda con pelos y señales cada uno de los acontecimientos de esa fría mañana de enero. Cincuenta minutos más tarde tenía lugar una segunda explosión del vehículo en el que huyeron los terroristas, a pocos metros de distancia de la primera y de una guardería repleta de niños menores de cinco años. Esta vez no hubo que lamentar víctimas. Pedro Antonio Blanco tenía 47 años y dejaba huérfanos de padre a dos niños de 16 y 11 años. También dejó viuda a Conchita.

18 años después de su asesinato, el teniente coronel vuelve a ser noticia. Madrid acaba de rendirle homenaje. Lo ha hecho en la misma esquina en la que perdió la vida. Han instalado una placa en su memoria. Al acto han asistido concejales de todos los partidos y tampoco ha faltado ella, Conchita.

Dice que ha sido ''un día doloroso, pero bonito'' La placa en memoria del teniente coronel Blanco servirá para que su nombre no se olvide. Y es que no debemos ignorar que el terrorismo nos hizo pagar un precio muy alto, demasiado alto.