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Un joven viaja una semana a un pueblo de Cáceres y la pregunta de un vecino le hace quedarse 30 años

Hace ya casi tres décadas que Fernando llegó a Alcuéscar, donde conoció a 'Pichi', que le hizo una pregunta que le cambiaría la vida

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Tiempo de lectura: 4'Actualizado 17:25

Hace casi tres décadas que Fernando llegó a un pueblo de Cáceres (Alcuéscar) para pasar una semana, un plan que se trastocó en el momento que uno de los vecinos del municipio le hizo una pregunta que le haría quedarse allí 29 años. En aquel momento el protagonista de la historia de este martes en La Linterna apenas era un joven, como cualquier otro, que estudiaba y salía cada fin de semana por las noches con sus amigos, tal y como le cuenta a Ángel Expósito.

Alcuescar es un municipio de Cáceres que se encuentra prácticamente en el centro de Extremadura con algo más de 2.500 habitantes. “Esta es una de esas historias que demuestra que hay caminos que están escritos”, asegura el director de La Linterna. Y es que Fernando llegó con 19 años al centro de acogida hospitaliaria de la Congregación Esclavos de María y de los pobres. Tuvo la oportunidad de hacer un voluntariado en la institución:

“Vine con un grupo de amigos y me di cuenta de que, en la medida que dabas, eras feliz. Yo teniendo mi casa y mi vida organizada económicamente, pero me faltaba algo”, reconocía en los micrófonos de COPE. Pero hubo una pregunta de uno de los vecinos que trastocó sus planes por completo.

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La pregunta de un vecino de Alcuescar que le hizo quedarse

Hace casi 30 años Fernando era un joven al que le gustaba salir de fiesta, estar con sus amigos y pasarlo bien. Llegó un momento en el que se dio cuenta de que necesitaba parar. Y en ese momento se fue como voluntario a este centro de acogida. “Tras una semana de voluntariado me di cuenta de que ayudando a los más pobres era mucho más feliz que llevando la vida de joven en la calle”, explicaba en La Linterna.

Durante esa semana estuvo ayudando a muchas personas, pero hubo alguien en concreto que le hizo volver para siempre. Pichi. Un chico con síndrome de Down, bastante afectado además físicamente. Compartió mucho tiempo con él y cuando llegó la hora de irse Pichi le hizo una pregunta determinante:

“Hubo un enfermo que me cautivó. Es síndrome de Down y le llamábamos Pichi, estaba bastante afectado y, cada vez que te sentabas a su lado, te daba un abrazo de corazón. Te miraba y te decía 'gracias por quererme tanto'. Ante eso es que te emocionas, me acuerdo y me emociono. Siempre digo que pensaba que tenía todo y en el fondo estaba vacío. Me acuerdo que cuando me despedí me preguntó que cuándo iba a volver, y a la semana ya estaba de vuelta”, relata Fernando en COPE.

Clausura de la I Semana Cultural del Centro Residencial Esclavos de María y de los Pobres / Facebook

Clausura de la I Semana Cultural del Centro Residencial Esclavos de María y de los Pobres / Facebook


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Y Fernando se quedó para siempre en Alcuescar

A la semana siguiente ya estaba de vuelta. Fernando preguntó a los sacerdotes que trabajaban en este lugar cómo podía hacer para estar con ellos, y ayudar. Este centro no es realmente un albergue, sino que los Esclavos de María y de los Pobres, trabajan todos los días atendiendo las necesidades de los pacientes que se encuentran en el centro. Desde salir a pasear, duchar o dar de comer son muchas las tareas que desarrollan, y que el ahora Padre Fernando quería hacer durante mucho tiempo.

“Hablé con algunos de los sacerdotes, les dije que era más feliz conforme más daba, y me dijeron que tenía que ir para allá. Cuando llegué a mi casa se lo dije a mis padres con 19 años, fue un poco duro dejar tu casa, tu familia, tu libertad de salir y entrar, pero es verdad que en ningún momento de los 29 años he pensado que este no fuera mi camino”, asegura a Ángel Expósito.

Y Fernando se quedó allí, cambió de vida y se convirtió en sacerdote. Ya son casi 30 años dedicado a ayudar a los demás. Son 70 los enfermos que se encuentran en el centro, pero lo cierto es que atienden a todo aquel que necesite ayuda: “Acogemos a enfermos físicos, psíquicos, sensoriales, personas que se han quedado sin hogar, y darle una vida más humana y hacerles autónomos, que se sientan útiles y con ganas de vivir y hacer algo por los demás”.





Además cuenta el Padre Fernando que en ocasiones la propia Policía recurre a ellos para que gente sin hogar pueda tener un techo y un plato de comida. Sobre todo lo que buscan es que se sientan útiles. Que sean capaces de hacer cosas solos y que vean que pueden contribuir y hacer cosas importantes: “Ellos mismos llevan la lavandería, trabajan en talleres de objetos que ahora vendemos en Navidad o en bodas y siempre acompañados de la Divina Providencia”.

Es un trabajo muy duro. Los 70 enfermos que viven allí tienen enfermedades muy diferentes, necesidades totalmente distintas. Pero cuando hay vocación el Padre Fernando cree que el trabajo... parece que no cuesta tanto. Y precisamente por eso este sitio de acogida hospitalaria está disponible las 24 horas del día. Para atender y acoger a quién lo necesite.

Para el Padre Fernando hay algo que hace este trabajo aún más fácil, y es la capacidad de ayuda y de empatía que tienen todas las personas que están allí, tanto las que viven como el resto de sacerdotes o de voluntarios. Es el centro de acogida hospitalaria de los Esclavos de María y de los pobres en Extremadura. Llevan muchos años dedicándose a ayudar a personas con enfermedades o con situaciones complicadas. Un lugar en el que todo el mundo es bienvenido.

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