Este fin de semana hemos tenido boda en la Casa de Alba. El futuro duque Fernando Fitz-James Stuart con Sofía Palazuelo en el Palacio de Liria. Una una ocasión que atrae y atraerá atención de los medios de comunicación no solo de nuestro país sino del resto de Europa.

No en vano, la de Alba es una de las más importantes casas nobiliarias del continente, y clave para comprender la historia de España. Una dinastía que se remonta a tiempos de la reconquista,y que fue protagonista de la Toma de Granada. El tercer duque, Fernando Álvarez de Toledo, pasaría a la historia como “El Gran Duque de Alba”, uno de los mejores comandantes militares de la época dorada de lmperio Español, con Carlos V y con Felipe II. También uno de los más polémicos, cuyo nombre se relaciona con la Leyenda Negra. En Bélgica y en Holanda -dicen- aún se usa su nombre para asustar a los niños. Diez duques después, la decimotercera duquesa de Alba, Cayetana, sería un personaje más que celebre de la atribulada corte de Carlos IV, quizás amante de Goya y rival de la propia reina de España, la nefasta María Luisa de Parma.

Muerta Cayetana sin descendencia, los títulos de la casa pasaron a la familia Fitz-James Stuart, descendientes directos del último monarca británico de la casa Estuardo, Jacobo II. A través de esa misma línea los Alba entroncaban ahora con Arabella Churchill, antepasada del que sería Primer Ministro Británico. En el siglo XX, el abuelo del actual titular será una prominente figura política de su tiempo. Como embajador en el Reino Unido, durante la II Guerra Mundial, fue uno de los principales responsables a la hora de mantener a España fuera del conflicto. Su hija Cayetana sería, de nuevo, como su antecesora del mismo nombre, una de las figuras más prominentes de la vida social de España en la segunda década del XX.

48h después de la boda en Liria, hoy nos hemos alejado del papel couche para hacer Historia con Mayúsculas... hoy, la de la casa de Alba.