Durante la Guerra Civil, los cuadros del Museo del Prado fueron evacuados para evitar que sufrieran los efectos del conflicto. Un inmenso esfuerzo en pro de la cultura en medio de las infinitas penalidades y dificultades de la guerra. Pero quizá este esfuerzo, fuera innecesario, o cuanto menos, arriesgado. Y si salió bien, fue gracias a los técnicos. Así lo afirma José Calvo Poyato en su libro “El Milagro del Prado”.

“Fue una peripecia innecesaria porque la salida de los cuadros a finales del 36 fue una decisión política propagandística”. Además “se toma en contra de la opinión internacional que señalaba que en caso de conflicto bélico, deberían permanecer en el museo protegidos en los sótanos”.

Porque el viaje tenía su riesgo, las carreteras mal asfaltadas, puentes con dinteles por los que no cabían, a 15km/h que propiciaban los saqueos. “Hubo cuadros como el del 3 de mayo que sufrieron graves daños y se rasgaron”. El viaje era largo, puesto que terminaban en Suiza, puesto “que se ponían al amparo de la Sociedad de Naciones que estaba allí”.

En el 38 el gobierno de la República decidió que las obras de arte, dependieran del Ministerio de Hacienda. Son preguntas sin respuesta que Calvo Poyato se hace, y deja caer la posibilidad de que se les quisiera dar valor económico por encima del artístico. Fue una operación de prisa y corriendo, por el arte y todo lo que le rodea.