Pedro Sánchez se va a aparecer a los fieles, y aun a los infieles a la hora del café entre dos consejos de ministras que vienen a ser el mismo. A las diez de la mañana hará un alto y comparecerá ante los medios para anunciar cuales son sus designios para las elecciones. Nunca se puede saber del todo, lo decía con cauta desconfianza el astronauta Pedro Duque, al ser preguntado en Antena-3: “A ver, que levante el dedo quien no se haya visto descolocado por Pedro Sánchez”.

El hombre de la tesis fraudulenta se va a aparecer a los medios y comunicar su decisión sin admitir preguntas, que a ver qué necesidad, qué empacho de sobreexponer su propia imagen. Si no hay toma y daca, esta calamidad que nos gobierna podría dar a conocer su decisión con una nota de prensa, menos de un folio: En uso de la facultades que me confiere el artículo 115.1 de la CE, propongo la disolución del Congreso y del Senado para celebrar las elecciones legislativas el día, pongamos 28 de abril por decir algo. Y se les manda una foto.

Es para ahorrarles el aburrimiento a los colegas. Mientras van y vienen pasan tan entretenidos la mañana. Y hacen tiempo mientras esperan a la segunda parte que es la más interesante. Las ministras van a aprobar el despropósito educativo de la ministra Celaá, empeñada en demostrar que todo en su departamento es coherente con sus ruedas de prensa como portavoz. Y Franco, claro. Una ley que no va a poder desarrollarse y una medida que no se va a llevar a cabo con toda seguridad.

Luego está lo de Oriol Junqueras, el hombre que de puro francés tanto amaba a España: no dijo una verdad, cambió los hechos por la soflama y anunció su voluntad de seguir delinquiendo, termine como termine este procés, una razón para que la condena sea larga.