La sanidad pública de Castilla y León aprueba con un notable bajo. Un 7,07 es la nota que alcanza en el Barómetro Sanitario correspondiente al ejercicio 2017, realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas y publicado por el Ministerio de Sanidad.

Un 72 por ciento de los encuestados considera que el sistema sanitario funciona "bastante bien" o "bien". Por su parte, más de un 23 por ciento considera necesario hacer "cambios fundamentales" y casi un tres por ciento manifiesta que el sistema sanitario en Castilla y León está "tan mal" que "necesitaríamos rehacerlo completamente".

Los índices de satisfacción con las consultas de Atención Primaria —7,53—, las consultas de especialistas —7,14—, el ingreso hospitalario —7,31— y las Urgencias —6,50— se mantienen, todos ellos, por encima de la media nacional. Aunque este último baja ligeramente con respecto a 2016. La satisfacción es aún mayor entre quienes han sido usuarios en el último año de alguno de esos servicios. De tal mdo que el 92,4 por ciento de los pacientes de Atención Primaria, el 86,3 por ciento de los pacientes de Urgencias, el 87,7 por ciento de los usuarios de consulta hospitalaria y el 93,6 por ciento de los pacientes hospitalizados el pasado año aseguran haber recibido una atención "buena" o "muy buena".

Castilla y León encadena, así, cuatro años de mejora "discreta" que, en palabras del consejero de Sanidad, Antonio María Sáez Aguado, son motivo de "orgullo".

Del Barómetro Sanitario se desprende, además, que los castellanos y leoneses apuestan mayoritariamente por la sanidad pública frente a la atención médica con medios privados. De los ciudadanos encuestados, casi un 78 por ciento confiaría su salud o la de sus familiares a los centros públicos en el caso de la Atención Primaria o los servicios de Urgencias y un 64 por ciento lo haría en caso de la Atención Hospitalaria. En el caso de tener que ser ingresados, casi un 80 por ciento se decantaría por un hospital público.

Con estos datos, Aguado ha querido hacer valer la voz de lo que denomina “mayoría silenciosa” frente a quienes se dedican a hacer "ruido" y arrastran, dice, la "opinión global".