Ya sea en directo o en diferido, sería difícil encontrar a alguien que no haya visto en imágenes alguno de los trepidantes encierros de Sanfermines que tienen lugar cada día a las ocho de la mañana en estas fechas. Sin embargo, existe otro que también se hace diariamente y que es prácticamente desconocido para el gran público. 

Todas las noches se celebra un encierrillo para trasladar a los toros que correrán el día siguiente. El recorrido, de menos de medio kilómetro, acaba en los corrales de la cuesta de Santo Domingo, lugar donde duermen los animales.

A diferencia de los masivos encierros matutinos, en el nocturno no hay corredores y apenas espectadores. No más de veinte personas tienen acceso a las pequeñas plataformas a cada lado de los corrales. Es imprescindible guardar silencio y está prohibido el uso del flash de las cámaras para evitar poner nerviosos a los astados.

Mientras tanto, numerosas personas se agolpan en las escaleras y en la plaza del Museo de Navarra para presenciar el encierrillo desde la lejanía.

Al igual que en los de la mañana, los toros van casi tan rápido como una estrella fugaz. En el vídeo se puede observar como uno de los astados choca contra la valla donde se encuentra grabando el equipo de COPE provocando un movimiento brusco de la cámara.