Dos solitarios trofeos, uno para Víctor Puerto y otro para Alberto Gómez, fue el pobre balance artístico de la corrida celebrada hoy en Almadén (Ciudad Real), en la que los toros de Aguadulce, descastados y muy deslucidos, condicionaron sobremanera tan pobre espectáculo.

Se lidiaron seis toros de Aguadulce, desiguales de presentación, de mejor trapío los tres primeros, descastados y sin entrega en general, y rajados en el último tercio.

Víctor Puerto, oreja y ovación.

Alberto Gómez, oreja y ovación.

Emilio Huertas, ovación y ovación.

La plaza registró media entrada en los tendidos.

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La desigual y muy descastada corrida de Aguadulce amargó la tarde tanto a sus matadores como al público que se congregó en el coso hexagonal de Almadén.

Víctor Puerto anduvo sobrado ante un lote que se defendió y punteó los engaños, además de no ofrecer continuidad en sus descompuetas acometidas. Tuvo algo más de contenido su primer trasteo, aunque en el cuarto se apreció un desencanto evidente en el torero nacido en Madrid por la casi nula colaboración del cornúpeta.

Alberto Gómez porfió con escaso margen para el lucimiento ante dos toros rajados y sin clase. Una media estocada cobrada al primer intento al segundo de la tarde le granjeó un trofeo.

Tres cuartos de la misma novela vivió Emilio Huertas, aunque en el caso del torero ciudadrealeño sin conseguir tocar pelo en ninguno de sus oponentes. Se puso, sí, pero tuvo que quitarse esquivando los arreones mansurrones de sus oponentes para evitar varias volteretas que no habrían tenido gloria alguna.