A lo largo del tiempo, han surgido términos o lemas nuevos que promueve la sociedad en su conjunto, como fue el caso del ya famoso Me Too, donde las mujeres de todo el mundo se rebelaron contra los presuntos abusos y acosos sexuales, la desigualdad de género y el salario en el ámbito laboral.

Ante dicho revuelo provocado por movimientos como los nombrados anteriormente, algunos hombres se sienten impotentes, nerviosos, inseguros ante la rebelión feminista y surge el síndrome por el que algunos hombres quieren seguir siendo los anfitriones del hogar; “male backlash”. Tanto es así, que cualquier cosa que no sea de su agrado dentro del núcleo familiar -donde se incluye el domicilio-, puede ponerlos agresivos y en tensión.

Los profesores de la Universidad Carlos III de Madrid Raquel Carrasco y César Alonso-Borrego han estudiado la violencia de género con la variable del empleo, una variable que influye de manera notoria en la desigualdad. Y estudiando, han llegado a la conclusión de que viene siendo una variable muy fuerte. Pues las mujeres no van a llegar a disponer de más protección si logran un empleo, porque el verdadero problema de los malos tratos está vinculado a la situación laboral del hombre. Es decir, si ellos trabajan, el índice de violencia de género disminuye. Sin embargo, si ambos trabajan, son los dos los que aportan ingresos al hogar pero si el hombre -que ha sido tradicionalmente el que ha aportado economía al hogar- pierde su rol, se torna agresivo al ver a la mujer a un nivel igualitario. Ante dicho hecho, se vuelven violentos, puesto que su territorio está siendo “atacado” y la vía de escape es la violencia de género.

Carrasco y Alonso-Borrego han estudiado minuciosamente y con detenimiento todo lo que abarca la violencia de género en esta variante, llegando a la conclusión de que las relaciones donde la mujer trabaja pero el hombre no son “las que presentan una mayor probabilidad de violencia doméstica”, “la probabilidad del maltrato físico se reduce del 4% al 2% si la mujer no trabaja, y del 4% al 1% su la mujer trabaja”.

Para disminuir la realidad de esta situación donde existe una supremacía del rol masculino en el hogar, también son los hombres los que deben de luchar en esta batalla y de esta manera disminuir las tantas tensiones que existen entre los géneros, como también profundizar más a fondo en las políticas educativas. En definitiva, encaminarnos todos juntos en busca de una felicidad mayor para todos.