La retirada de las concertinas en las vallas de Ceuta y Melilla es uno de los temas que se han tratado en la primera visita que realizan desde este viernes a Marruecos el flamante ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, el titular de Exteriores, Josep Borrell y la de Justicia Dolores Delgado. El titular de Interior no quiso entrar en detalles a la hora de comentar cómo encajan nuestros vecinos el anuncio que hizo el propio Marlaska para la retirada de esos elementos lesivos en la frontera de las dos ciudades autónomas. Solo asegura que “vamos a garantizar el mismo nivel de seguridad” a ambos lados. Sin más.

La avalancha migratoria ha sido el tema central en este encuentro al más alto nivel, a falta del propio presidente del Gobierno, entre delegaciones de ambos países. El objetivo de España, a decir de fuentes de esa representación, es reforzar la colaboración con el país alahuita para hacer más efectivo el control de fronteras ante el incremento de entradas irregulares por el sur de la península. “NO se trata sólo de pedir sino también de ofrecer”, nos dice un miembro del grupo.

Marruecos se ha convertido en nuestro principal aliado para el control de esas olas migratorias que, este verano, amenazan con convertirse en una auténtica pesadilla. La nueva administración de Pedro Sánchez intenta dar continuidad a una idea que ya estaba sobre la mesa con el gobierno de Rajoy: ser los mejores valedores de nuestro vecino del sur ante la Unión Europea. Eso empieza por un apoyo decidido a los países del norte de África con los que compartimos frontera los del sur de la Unión. “Un apoyo que debe de traducirse también en dinero”, dice a cope un miembro de la delegación española. Ese planteamiento ya fue expuesto este mismo año por el anterior Secretario de estado para la UE, Jorge Toledo.

La visita adquiere una especial relevancia al coincidir con la reunión de los líderes europeos en Bruselas para buscar acuerdos migratorios con los paises del norte de Africa y con los puntos de origen de esta avalancha humana. Tanto la canciller, Angela Merkel, como el presidente francés, Emmanuel Macron, defienden la necesidad de trabajar de cara a esas politicas compartidas “más allá de las fronteras de Europa”. Ante la falta de una política común, otros lideres defienden acuerdos bilaterales de emergencia. En eso anda España que, ya en tiempo del ministro Perez Rubalcaba, puso en marcha una estrategia entonces novedosa: la ayuda a los países-origen de la inmigración que llega a nuestro territorio. En esa línea bilateral se mueve el viaje de los tres ministros españoles al reino de Marruecos. “No podemos esperar a Europa”, dicen las fuentes.

La triple representación ministerial que visita Rabat busca además reforzar frentes que ya funcionan, como es el de la colaboración policial. España, sin embargo, intenta en este primer encuentro tras la llegada de Sánchez a Moncloa, reforzar el intercambio de información en torno a las tramas de la inmigración irregular. “Marruecos no da a basto”, según una fuente policial, pero sabe que la colaboración y el intercambio beneficia a las dos partes, preocupadas no solo por los movimientos migratorios sino también por los posibles elementos terroristas que se pudieran camuflar en esas oleadas. Desde 2014 se han llevado a cabo más de 20 operaciones antiyihadistas de manera conjunta.

El vecino del sur se ha convertido en destino preferente de muchas de las mafias que, una vez alcanzan Niger, han decidido desviar las rutas que llevaban hasta ahora preferentemente a Libia hacia territorio marroquí o argelino. La bolsa de inmigrantes subsaharianos que miran en este momento en esa dirección supera con creces los 35.000 a decir de fuentes de los servicios de inteligencia. Una amenaza seria.