Con lágrimas, aplausos y gritos de " salvar vidas no es delito " fueron recibidos Manuel, Quique y Julio en la estación sevillana de Santa Justa. Atrás quedan, dicen, 800 días de pesadilla tras ser detenidos en Lesbos acusados de tráfico de personas. Tras su absolución por un tribunal griego creen que se va a dejar de criminalizar la ayuda humanitaria y aunque aún se les nota en el rostro el cansancio acumulado, ya preparan nuevos proyectos en el Mediterráneo.