Lo peor de una procesión en Semana Santa

Son decenas de miles las personas que salen a la calle esta semana para manifestar su fe con respeto y educación, aunque más de uno, lo interprete como un ‘photocall’

Redacción COPE.es

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Cuando un nazareno está dispuesto a realizar un acto de penitencia en una procesión de Semana Santa asume una responsabilidad y un respeto con la hermandad y las Imágenes. La estación de penitencia no es un paseo, ni un ‘photocall’ en algunos momentos, ni el escenario perfecto para enviar whatsapps o hacerse los temidos ‘selfies’. El civismo y la educación deben primar por encima de la irrespetuosidad y los malos hábitos de muchos que visten la túnica nazarena.

Lo mismo ocurre con los costaleros, aquellos hermanos de las cofradías que no entienden lo que significa vestirse debajo de un paso o un trono.

- El costalero narcisista. Aquel que lleva camisetas de tirantas enseñando sus variados tatuajes y su musculatura gimnasta emulando a competidores de lucha libre. Algunos se visten con fajas de cuero, que más bien parecen cargadores de piedra vasca. Otros, en cambio, prefieren combinar fotos y colores en su costal para que sea el que más luzca de la cuadrilla. Parece que se han normalizado las variedades del costalero “ciego”, con la visera por debajo de los ojos que impide caminar recto, y el costalero “coquinero”, esos que se remangan el pantalón casi por encima de las rodillas.

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Sólo en Sevilla, en la Semana Santa hay 60 hermandades, más las nueve de vísperas. En total, unos 60.000 nazarenos y más de 2.000 costaleros. Es lógico que, de entre tantos, haya algunos que metan la pata. Se trata de un problema de formación y de educación, que no debe manchar la imagen global de la hermandad.

- El penitente aburrido. Ese que aprovecha para sentarse en cualquier rincón entre chicotá y chicotá. El mismo que se viste con una túnica y un capirote que no duda en levantar para mirar su móvil. Se visten así en Semana Santa porque es tradición o como un simple disfraz de carnaval. La cuestión es que en los últimos años las nuevas tecnologías, los móviles con cámaras de fotos y las redes sociales han hecho que estas fotografías salgan a la luz y se extiendan como la pólvora.

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El acto de uno puede perjudicar a toda una hermandad. Hay que tener respeto por la túnica o el costal. De bien es sabido que el nazareno y el costalero lo hacen por devoción y sentimiento desde el anonimato hacia la penitencia.

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La vestimenta es importante, sobre todo en los minutos previos a la salida, para ir como una cofradía ordenada y organizada, o por lo menos, se disimule. Pero de ahí a llevar túnicas, camisetas, pantalones o costales a cada cual más extravagante para destacar por encima de los demás, eso no. Aquí se va todos a una. El compañerismo debe primar por encima del ‘selfie’.

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