Santa Catalina de Alejandría, virgen y mártir

Sin embargo su amor por el estudio el ahce profundizar en la Filosofía, de cuyas fuentes sentirá el anhelo de encontrar la verdad. Un día mientras duerme tiene un sueño: Una Mujer hermosa, que tiene en sus brazos un Dulce Niño, le sonríe. El Niño, por el contrario le da la espalda. Catalina preocupada por el sueño, entra en contacto con la Fe y descubre en ese sueño la ayuda de Dios para que se bautice y abrace a Cristo, como asi lo hace. Encendida en el fervor de Dios, descubre en Él esa verdad que siempre buscó. Por entonces gobierno Maximno Daia, emperador de Oriente, conocido por sus desdenes. Catalina se encuentra con él y le recrimina su aptitud, por lo que el emperador le apresa y le pone frente a unos filósofos para que logren disuadirla de su camino. Sin embargo, ella con sus disertaciones teológica consigue que se acerquen también a la Fe. Tras varios intentos de halagos humanos rechazados por la joven, Maximino decreta que muera en una rueda con cuchillos, los cuales se rompen de forma milagrosa e inesperada sin dañar a la joven. Enfurecido el tribuno, decreta, por fin, que Catalian sea decapitada, entregando la vida por Cristo. Según la tradición su cabeza fue enterrada por los ángels en el Monte Sión, donde se edificó una Iglesia en su honor. Iconografía: Se le representa con la rueda atrás y con la palma del martirio. Otros Santos: Moisés, García y Maurino.