¿Qué ha hecho el Papa en este Miércoles de Ceniza?

El Papa Francisco ha deseado a todos una "Cuaresma santa y fecunda" y ha dado "las gracias y la paz de Cristo nuestro Señor"

Corresponsal en Italia y El Vaticano

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Desde hace siglos en Roma los papas celebran el miércoles de Ceniza siguiendo una tradición que se remonta a los primeros tiempos del cristianismo. Se trata de una práctica conocida como las “Estaciones Cuaresmales”.

Parece ser que en cada uno de los días de Cuaresma, los cristianos se iban reuniendo en distintas iglesias. El Papa pronunciaba una oración y desde ahí se partía en procesión, cantando la letanía de los santos, hasta el lugar donde se celebraba la Misa con la imposición de la ceniza. Una ceremonia llena de simbolismo con la que aún hoy en día se resalta el peregrinaje y la penitencia necesaria en el itinerario hacia la Pascua y que para los primeros cristianos reforzaba el sentido de comunidad.

Por este motivo, tal como hicieron sus antecesores, el Papa Francisco se ha acercado en primer lugar a la Basílica de San Anselmo, donde ha pronunciado una breve oración que ha dado inicio a la procesión hasta la Basílica de Santa Sabina, atendida por la Orden de los Dominicos. Durante la procesión se ha recitado la siempre impresionante Letanía de los Santos, y el Papa ha estado acompañado de una representación de Cardenales, Obispos, monjes benedictinos y dominicos y un grupo de fieles.

Por la mañana, durante la Audiencia General, el Papa Francisco recordó también en distintas lenguas que "Hoy Miércoles de Ceniza al comenzar el Tiempo de Cuaresma, Tiempo de Gracia y Misericordia, le pedimos a la virgen María que nos ayude a prepararnos para celebrar la pascua de Cristo con un corazón purificado".

Homilía del Papa en el Miércoles de Ceniza de 2018

En la homilía del Miércoles de Ceniza, el Papa ha recordado que la Cuaresma es tiempo propicio para recibir la siempre nueva, alegre y esperanzadora noticia de la Pascua del Señor.

Francisco ha señalado en concreto cuáles son los “demonios” que cauterizan y paralizan el alma del pueblo creyente: la desconfianza, la apatía y la resignación. Frente a este peligro, la liturgia de la Cuaresma nos ofrece 3 palabras que ayudan a «recalentar el corazón creyente»: Detente, mira y vuelve: “Detente un poco de esa agitación, y de correr sin sentido, que llena el alma con la amargura de sentir que nunca se llega a ningún lado. Detente de ese mandamiento de vivir acelerado que dispersa, divide y termina destruyendo el tiempo de la familia, el tiempo de la amistad, el tiempo de los hijos, el tiempo de los abuelos, el tiempo de la gratuidad… el tiempo de Dios. Detente un poco delante de la necesidad de aparecer y ser visto por todos, de estar continuamente en «cartelera», que hace olvidar el valor de la intimidad y el recogimiento.”

Nos aconseja Francisco la importancia de detenernos para mirar y contemplar: “Mira los signos que impiden apagar la caridad, que mantienen viva la llama de la fe y la esperanza. Rostros vivos de la ternura y la bondad operante de Dios en medio nuestro. Mira el rostro de nuestras familias que siguen apostando día a día, con mucho esfuerzo para sacar la vida adelante y, entre tantas premuras y penurias, no dejan todos los intentos de hacer de sus hogares una escuela de amor.”

Pope Francis sprinkles ashes on a cardinals head during the Ash Wednesday mass at the Santa Sabina Basilica in Rome

Pope Francis sprinkles ashes on a cardinal's head during the Ash Wednesday mass at the Santa Sabina Basilica in Rome, Italy February 14, 2018. Osservatore Romano/Handout via Reuters ATTENTION EDITORS - THIS IMAGE WAS PROVIDED BY A THIRD PARTY.OSSERVATORE ROMANO

Y por último, el Papa explica el porqué es importante volver: “Vuelve a la casa de tu Padre. ¡Vuelve!, sin miedo, a los brazos anhelantes y expectantes de tu Padre rico en misericordia que te espera. ¡Vuelve!, sin miedo, este es el tiempo oportuno para volver a casa; a la casa del Padre mío y Padre vuestro. Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón… Permanecer en el camino del mal es sólo fuente de ilusión y de tristeza. La verdadera vida es algo bien distinto y nuestro corazón bien lo sabe. Dios no se cansa ni se cansará de tender la mano”

Por otra parte, no olvidemos que Francisco, en su Mensaje para la Cuaresma de este año nos ha pedido a todos que comencemos este viaje con entusiasmo, confiando en la oración, el ayuno y la limosna para que podamos renovar e inflamar el fuego de la caridad dentro de nosotros”.

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