Pepe Romano se presenta en los congresos a dar charlas sobre lo que supuso su adicción al alcohol y las drogas y aunque lleva casi 30 años sin probar nada sigue comenzando sus charlas diciendo “Hola soy Pepe Romano, alcohólico y adicto”.
Era un niño muy atrevido y eso le llevó a demostrar que podía con todo, incluso con el alcohol y las drogas. Cuando comenzaron los problemas sus padres lo mandaron a un colegio militar en Estados Unidos, pero eso no cambió nada y llegó un momento en el que su propio padre lo echó de casa. Entrar en un lugar para rehabilitarse fue su salvación y para recordarlo lleva siempre consigo dos cartas escritas por él mismo, que le recuerdan el infierno por el que pasó. Ahora es un hombre limpio que se sorprende cada día de tener una almohada, unas sábanas limpias o una familia.