En un comunicado emitido por la Fundación Al Andalus, su agencia de propaganda, AQMI agregó que el atentado fue perpetrado por Ukba Ibn Nafaa, brigada que se reivindica como la rama tunecina de esa organización, y que sus miembros se encuentran en "seguridad" tras haber recuperado una decena de armas durante el ataque.

Asimismo, amenazó al Gobierno tunecino y a las fuerzas de seguridad por su colaboración con Occidente, y advirtió de que no cesará hasta que la "sharia" -ley islámica- "sea instaurada en el país".

Según la agencia estatal TAP, los terroristas llevaron a cabo una emboscada con una bomba artesanal lanzada contra un primer vehículo de las fuerzas de seguridad que realizaba una operación de patrulla y atacaron con armas de fuego el segundo coche.Los servicios de seguridad lanzaron una operación de búsqueda contra los responsables del ataque que continúan a la fuga.

Este atentado es el más grave cometido desde que en marzo de 2016 un comando asaltara un cuartel y una comisaria en la ciudad meridional de Ben Guerdane, limítrofe con Libia, y que se saldó con la muerte de siete civiles, 13 agentes y 35 supuestos yihadistas.

Según un informe publicado el pasado mes de enero por el laboratorio de ideas ("think-tank") estadounidense Instituto Washington para la Política de Oriente Próximo, al menos 1.500 tunecinos se han unido a las filas de grupos terroristas en la vecina Libia.

Además de los fanáticos emigrados, Túnez tiene un grave problema con grupos radicales islámicos armados que desde 2011 combaten al Ejército en la región de Kasserine, un área montañosa que linda con Argelia. En esa guerra de baja intensidad han muerto casi un centenar de efectivos del Ejército y de la Policía y algunas decenas de civiles en atentados y combates con los fanáticos.

El país fue, asimismo, escenario en 2015 de tres graves atentados yihadistas que segaron la vida de 72 personas, 60 de ellos turistas extranjeros.