El Gobierno ha tenido que volver a echar mano del Fondo de Reserva de la Seguridad Social por segunda vez en pocas semanas. Con las previsiones de próximos compromisos de gasto sobre la mesa, la hucha de las pensiones se agotaría en 2018. Creada en el año 2000 por el gobierno de José María Aznar para épocas de crisis, el parche ya no da más de sí. Es necesario convocar con urgencia el Pacto de Toledo, que ha estado durmiente en los últimos tiempos. Bases para el entendimiento debería haber. Si desde el PP se sugería hace un año que podría ser necesario crear un nuevo impuesto para financiar las pensiones de viudedad y orfandad, el PSOE llevaba en su programa electoral la creación de un impuesto para completar las cotizaciones sociales.No será fácil encontrar una solución. Ni los contribuyentes están para aumentos de impuestos, ni la exigencia de Bruselas de atajar el déficit permite incrementos de gasto. Pero si hay un problema que requiere altura de miras a los partidos es precisamente este. De forma inmediata, se necesitan nuevas fuentes de ingreso para sortear una crisis a punto de estallarnos en las manos. Y resulta impostergable un debate en profundidad sobre la sostenibilidad a largo plazo del sistema, amenazado por problemas estructurales como la precariedad del mercado laboral o la falta de una auténtica política de apoyo a la familia para intentar revertir el envejecimiento de la población.