21 DE AGOSTO
El Papa, al Pueblo de Dios
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Actualizado 30 ago 2018
El domingo 19 de agosto el Arzobispo de Boston, Cardenal O, Malley, y el Arzobispo de Dublín, Monseñor Martin, dirigieron sendas cartas a todos los fieles de sus respectivas Diócesis. Solo un día después, era el Papa quien dirigía una carta a todos los católicos del mundo. El Informe de la Suprema Corte de Pensilvania sobre los abusos sexuales cometidos por más de trescientos sacerdotes y religiosos era la causa por la que el Papa y dos de los Obispos más directamente concernidos escribían sobre abusos sexuales en la Iglesia.
Algo ha cambiado en el lenguaje empleado desde que se ha conocido lo sucedido en Pensilvania. La carta escrita por el Papa subraya que los abusos atentan contra la comunión eclesial, reconoce que el daño infligido a las víctimas no prescribe, pese a lo que las leyes digan, alude a causas institucionales y culturales que tienen una de sus raíces en el clericalismo, y pide a toda la comunidad eclesial que se comprometa para erradicar este mal.
La Iglesia ha expresado en público su vergüenza y ha pedido perdón, pero, como ha dicho el Cardenal O,Malley, no hay tiempo que perder y las prioridades, a la vista de las palabras del Papa, están muy claras. La reparación del daño cometido contra las víctimas y sus familias es un deber eclesial ineludible al que deben sumarse la adopción de medidas legales y pastorales de obligada aplicación en todas y cada una de las Diócesis del mundo, el juicio a los culpables, el fin de las estructuras que favorecen el abuso y su encubrimiento, así como la restauración de la confianza traicionada. La tolerancia cero no es una declaración de principios, sino un compromiso histórico que debe ser creíble y verificable.
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