Leopoldo López está en una celda de aislamiento desde hace trece días. La noticia pretende dejar claro, tras el viaje de Lilian Tintori y Mitzi Ledesma a Estados Unidos, que el Gobierno no va a aflojar y que tiene un rehén de cuya vida dispone a placer. La deriva del régimen es patética y su resistencia numantina no hace más que empeorar las condiciones de vida de los venezolanos. Con un referéndum revocatorio paralizado y la oposición enfrentada de nuevo, el camino hacia las presidenciales es una pura incógnita. Sumemos a ello que el país está en situación de colapso económico, que el desabastecimiento es el pan nuestro de cada día y que la violencia se ha hecho insostenible. Mientras tanto, el chavismo se dedica a lanzar balas de fogueo contra sus vecinos peruanos y argentinos en busca de un enemigo al que convertir en culpable, al tiempo que organiza marchas antiimperialistas para conmemorar la muerte de Hugo Chávez. La oposición, por su parte, anda en proceso de reunificación. Y los mediadores internacionales, con más o menos buena fe, se dedican a airear el fantasma de un enfrentamiento civil sin saber muy bien si la amenaza sirve para contener el desastre o para dar alas al chavismo.Así las cosas, con toda seguridad, Venezuela no tiene más salida que la de una mesa de diálogo en la que el límite aceptado por todos, especialmente por los sectores más extremos del Gobierno y la Oposición, sea lo previsto en el ordenamiento constitucional.