El martes 8 de noviembre las urnas darán el veredicto definitivo: Clinton o Trump. Se cerrarán entonces meses de tensión, exabruptos, escándalos y zafiedades. La campaña presidencial ha estado marcada por el juego sucio. Y así sigue siendo seis días antes de la gran cita electoral, debido a la entrada en escena del Director del FBI, a propósito de unos correos electrónicos comprometidos, de los que no se conoce el contenido, que se le imputan a la candidata Clinton. Todo lo sucedido no hace más que confirmar la sentencia que dice que “la política es la continuación de la guerra con otros medios”. Sobre todo, porque no se trata de una cuestión nacional, sino internacional.De quién sea la persona que ostente la Presidencia de Estados Unidos dependen muchas decisiones a nivel político, económico y militar que afectan a todos los países del mundo. Esto es lo que hace que las tensiones se disparen, y que no haya actor social, económico o periodístico que no haya tomado partido. Lamentablemente todo parece un “show”, pero el día 8 de noviembre Estados Unidos, y los demás, nos jugamos algo muy serio. ¿Será capaz el nuevo inquilino de la Casa Blanca de encarar con templanza y sabiduría el cambio de época que estamos viviendo? Esta la es la cuestión.