Días pasados, la Conferencia Episcopal Española firmó un acuerdo de colaboración con la organización “Transparencia Internacional”, con el objetivo de implantar una política de transparencia de acuerdo con las normas internacionales. En realidad supone un paso más de la Iglesia en esta política de transparencia, al comprometerse a ofrecer toda la información sobre los resultados de las campañas anuales de la Renta a través de un portal digital, así como a desarrollar un plan contable que no ofrezca duda alguna sobre su actividad económica.Vale la pena recordarlo cuando se acerca el fin de la campaña de la Renta, mientras se propagan campañas más o menos burdas a propósito de los bienes de la Iglesia y sus supuestos privilegios. Precisamente un reciente informe ha destacado que su patrimonio cultural así como las fiestas religiosas, generan 359.000 empleos y aportan 32.500 millones de euros al Producto Interior Bruto. Así que este patrimonio, lejos de ser una carga para los contribuyentes, es una fuente de riqueza para toda la sociedad. Estos son datos que algunos partidos políticos pretenden ignorar.Co todo, la dimensión económica de la actividad de la Iglesia es sólo un reflejo del bien inmenso que aporta a la sociedad en el ejercicio de su principal misión: hacer posible el encuentro de los hombres y mujeres con el amor de Dios que cambia la vida, genera unidad y permite una convivencia más rica, libre y reconciliada.