Luis de Guindos insistió ayer en que la salida a Bolsa de Bankia orquestada por Zapatero y el Banco de España «fue un error», y afirmó que la entidad está hoy saneada y preparada para hacer frente a posibles indemnizaciones. El ministro de Economía en funciones reaccionaba así a la sentencia del Supremo que da vía libre a las reclamaciones de los accionistas. Pero sus palabras sonaron también a alegato final sobre la actuación del Gobierno en la crisis bancaria. Si en materia de empleo el Ejecutivo puede presumir de haber cerrado 2015 con casi 700.000 parados menos, en el capítulo financiero queda un regusto agridulce. El tiempo ha demostrado que fue correcta la decisión de intervenir Bankia y de sacrificar sin miramientos a Rodrigo Rato, entonces un símbolo en el PP. Aquella crisis pudo haber desencadenado un rescate total de la economía española, y al actuar con mano firme, el Gobierno evitó que los recortes sociales de la anterior legislatura fueran aún más dolorosos. El problema es que tan culpable de haber llegado a esa situación son el PP como el PSOE, ya que los dos hicieron de las cajas de ahorro su cortijo. Más allá de culparse mutuamente por esos errores, ambos partidos harían bien ahora en acordar reformas como la independencia efectiva de los organismos reguladores, sin esperar a que llegue una nueva crisis que les obligue a hacerlo.