Ser emprendedor no es fácil. Montar una empresa requiere tiempo, dinero y, además, originalidad a la hora de decidir un nombre que cale hondo en los futuros compradores o consumidores. ¿Qué se le pasa por la cabeza a un empresario novel para elegirlo?.

Pablo Recuenco (periodista), Álvaro Rodríguez (licenciado en INEF) y Álvaro Patón (ingeniero industrial) son amigos desde los quince años y los tres compartían una ilusión, crear algo juntos. Así, se convirtieron en los fundadores de Zapatillas Morrison iniciando su proyecto en el año 2015. Para ello tuvieron que elegir el diseño, el logo y... ¡el nombre!

“Lo que queríamos con el nombre es que a la gente se le quedara muy fácil”, dice Pablo. Esa era la primera premisa que debían seguir para conseguir una marca con gancho. Como jóvenes que son, estos tres amigos querían que a los potenciales consumidores el nombre les recordase a “música, playa y coches” y, otro aspecto importante, según ha explicado Pablo, es que también llame la atención por si “el día de mañana” la marca “sale al extranjero”.

Pero, ¿y si tu producto no es algo material como unas zapatillas? Daniel Ordax es el creador de Icarous, una Start Up que te ayuda a desplazarte al aeropuerto en tu propio coche cuando tienes que viajar y poder dejarlo allí aparcado hasta que regreses. Es decir, te ofrece las mejores opciones y que, así, tu viaje sea más económico.

Para Daniel la elección es “una historia parecida” a la de zapatillas Morrison, pero lo que le hizo decantarse por Icarous fue “la sonoridad”. Un nombre que suene bien y del que la gente se acuerde con facilidad, pero “sin mayor trasfondo”. No obstante también fue un detalle al que tuvo que darle vueltas cuando fundó su empresa.

Y parece que la decisión fue buena. Daniel empezó junto a otros dos compañeros hace cuatro años y con un capital de 100.000 euros. Ahora, ya son ocho empleados en la empresa y trabajan de la mano con prácticamente todas las compañías de viajes. Está claro que la forma de nombrar una marca es importante... y si no que se lo digan a Pablo, Álvaro Rodríguez, Álvaro Patón y Daniel. Todos han conseguido, al menos, vivir, o sobrevivir, gracias a su iniciativa emprendedora.