Recibir una herencia no siempre es una bendición. En muchos casos se convierte en un suplicio. Cada vez más. Las renuncias se han triplicado desde el inicio de la crisis económica. En 2007 apenas la rechazaban el 3,4% de los beneficiarios. En el primer semestre del año pasado -son los últimos datos facilitados a COPE por el Consejo General del Notariado- esa cifra se elevó al 10,5%. En cifras, se ha dicho no a 21.834 de 207.803 legados. A ese ritmo todo indica que en 2017 se ha batido un récord de renuncias, por encima de las 40.000.

La evolución de las renuncias en España no ofrece dudas: 11.048 en 2007; 13.126, en 2008; 14.603, en 2009; 16.342, en 2010; 18.935, en 2011; 23.246, en 2012; 28.787, en 2013; 34.345, en 2014; 37.623, en 2015 y 38.791, en 2016. Es decir el número no para de aumentar a pesar de la recuperación.

¿Por qué se renuncia a una herencia? José Luis Lledó, vicepresidente del Consejo General del Notariado y Decano del Colegio Notarial de Andalucía asegura a COPE “que no se puede homogeneizar, los motivos varían”. Apuntan eso sí dos fundamentales. El primero, las deudas que incluye el legado. Es decir, el sucesor sabe o intuye que detrás de lo recibido existen obligaciones y pasivos que restan atractivo a la herencia. Es un caso habitual en los últimos años, con la crisis, porque los inmuebles han bajado de valor. Por ejemplo un señor compró un piso por 100.000 euros, pidió una hipoteca por esa cantidad y ahora ese vale 70.000 euros. A la hora de heredar el hijo puede decir que no le interesa porque todavía quedan por pagar 90.000 euros. En este escenario lo que recomienda Lledó es el llamado “beneficio de inventario”, que implica que nunca las deudas heredadas contaminen el patrimonio que ya tenía el heredero.

La otra gran causa es la “renuncia técnica fiscal”. Los notarios reconocen que ha cobrado fuerza en los últimos años sobre todo por el elevado impuesto de Sucesiones y Donaciones que se paga en algunas comunidades autónomas. Para evitar esta fiscalidad lo que se hace es renuncias a la herencia y que pase directamente a los hijos. Por ejemplo, a un heredero con dos hijos le puede convenir que el legado se reparta entre sus descendientes, lo que implica dividir la herencia y reducir la cuota a pagar en el impuesto sobre sucesiones. Esto es habitual en Andalucía o Asturias donde se multiplica por 100 la factura que se paga en Madrid por el impuesto de Sucesiones y Donaciones. De hecho estos dos regiones son las que encabeza el ranking de denuncias. En Asturias se rechazaron durante el primer semestre del año pasado casi el 15% de las herencias que se tramitaron (871 de 5.807) y en Andalucía, el 13,95% (4.264 de 30.564). Eso avalaría la hipótesis aunque otros datos lo enfrían.

Aragón es ahora la que más grava las herencias y, sin embargo, es la comunidad que menos renuncias registra. No llega al 8% (582 de 7.612). En La Rioja llegaron al 13,79% (203 de 1.472) con un impuesto bonificado. El volumen total de las renuncias en España supera ampliamente 250.000 desde 2007, momento en que este fenómeno comenzó a a repuntar con fuerza por la crisis y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.