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RAFAEL AZCONA (Previsión)

Rafael Azcona, la defensa de la vida contra todo pronóstico

Magdalena Tsanis

Agencia EFE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 21:35

Magdalena Tsanis

Escribió sobre las paradojas que sabotean la vida, pero Rafael Azcona pensaba que vivir merecía la pena después de todo si uno podía permitirse un buen desayuno. Así lo han recordado hoy en un homenaje en la Academia de Cine muchos de sus ilustres colaboradores.

Fernando y David Trueba, José Luis Cuerda, José Luis García Sánchez, Carlos Saura, Antonio Giménez Rico o Manolo Gutiérrez Aragón han sido algunos de los directores que han asistido esta tarde a un acto que, en palabras del escritor Manuel Vicent, el propio Azcona, por su humildad, "nunca hubiera tolerado".

El motivo, el décimo aniversario de su muerte, que se cumplió el pasado 24 de marzo. Azcona escribió algunos de los guiones más importantes del cine español: "El pisito", de Marco Ferreri; "Plácido", "El verdugo" o "La escopeta nacional", de Berlanga; "¡Ay Carmela!" o "La prima Angélica", de Carlos Saura; o "La niña de tus ojos", de Fernando Trueba, son sólo algunos de ellos.

"Si hubiera nacido en otro país, las autoridades culturales le habrían rendido al menos media docena de homenajes y dado su nombre a plazas, avenidas y colegios", ha comenzado el director general de la Academia, Joan Álvarez, que ha ido dando paso en el auditorio a los asistentes.

Bernardo Sánchez, guionista y estudioso de su obra, y logroñés como él, ha sido el primero en señalar que, para Azcona, la vida importaba si podías desayunar una rodaja de pan con tomate y anchoa, poner la televisión internacional y "ver los soles del mundo", y finalmente si alguien se metía en la cama con un libro.

"La defensa de la vida contra todo pronóstico, me quedo con eso", ha dicho. Un aspecto en el que ha reincidido David Trueba, que ha hecho gala de haber estudiado "en la universidad de Azcona, que no concede títulos que ahora están tan de moda" y cuya escritura se basaba "en la vida".

"Carecía de trascendencia, para él el debate sobre si las películas son del director o del guionista no era tal; eran sin duda de los directores, pero luego añadía: lo que no entiendo es que a veces ellos insistan tanto en repetirlo", ha relatado el Trueba más pequeño.

Ganador de siete premios Goya y del Premio Nacional de Cinematografía, Azcona usó como nadie el humor como arma de crítica social y llegó al cine por casualidad, tras haberse forjado en la cantera de la revista La Codorniz y haber soñado con ser novelista, una disciplina en la que también dejó su huella.

Con José Luis Cuerda escribió las adaptaciones de "El bosque animado", "La lengua de las mariposas" y "Los girasoles ciegos". Azcona "decía que los guionistas eran como las putas, que trabajan para dejar satisfecho a quien le paga", ha recordado Cuerda, pero la realidad es que no aceptaba encargos con los que no comulgaba plenamente.

Pedro Olea ha dado buena fe de ello. Después de trabajar juntos en "Pim, pam, pum... ¡fuego!" y "Un hombre llamado Flor de Otoño", le ofreció varias historias y siempre le decía que no. "Al final le pregunté qué le gustaría y me dijo que a esas alturas sólo quería hacer comedias con José Luis García Sánchez", ha recordado Olea.

García Sánchez ha aprovechado su turno para reivindicarlo como escritor. "No quiero hacer un elogio evidente de él, sino hablar de su obra. A quien corresponda: Azcona es uno de los literatos mas importantes de la segunda mitad del siglo XX y debe estar en los libros de texto, ese es el homenaje verdadero que se merece", ha recalcado.

A continuación, y en un momento muy "azconiano", Carlos Saura ha discrepado: "Era un buen escritor, pero hay que relativizar, no era Cervantes", ha dicho el aragonés. A su juicio, la figura de Azcona era compleja, un guionista extraordinario y con mucha creatividad, pero que no trabajaba si no le contabas lo que querías hacer.

"Era divertido, sí, pero también muy profundo y sentido", ha subrayado Saura, antes de concluir lamentando que "en este país se recuerde a la gente cuando se ha muerto".

Fernando Trueba ha preferido leer cuatro poemas suyos y un correo electrónico que le envió y que también concluía con un pequeño poema estilo haiku: "La nada, esa cosa inmensa henchida de galaxias y de sueños".

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