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20 AÑOS SIN MIGUEL ÁNGEL BLANCO

Monseñor Blázquez: "El funeral de Miguel Ángel Blanco fue el que más me conmovió"

El que fuera Obispo de Bilbao relata cómo las movilizaciones sociales durante el secuestro de ETA también “eran un grito de la Iglesia”

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Monseñor Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal Española durante la entrevista concedida a COPE

@aorrantiah

Subdirector de Programación de COPE

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 04 oct 2017

Llegó a la capital vizcaína en 1995 procedente de Palencia. Aterrizó sin ser bienvenido por algunos sectores del PNV pero enseguida puso encima de la mesa su mensaje. “Un Obispo y la Diócesis se van haciendo simultáneamente; con una comprensión mutua para un trabajo en concordia”, recuerda al cumplirse el vigésimo aniversario del secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco. El actual presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) califica aquellas 48 horas de julio como “uno de los capítulos más dolorosos de Euskadi”. “Hay que distinguir tres realidades: el nacionalismo, el independentismo y el terrorismo. Este último es un atentado contra la propia vida”, advierte.

Monseñor Blázquez no logra quitarse de la cabeza la imagen de José Antonio Ortega Lara saliendo del zulo tras 532 días de cautiverio. El secuestro más largo de la banda terrorista ETA. “Es sorprendente que resistiera tanto tiempo en esas condiciones”, se lamenta en declaraciones a COPE.

Liberado Ortega Lara, ¿cómo recuerda el posterior secuestro de Miguel Ángel Blanco?

Me entero por la radio. Además muy pronto dijeron que daban 48 horas de plazo para asesinarle. Esas 48 horas fueron una especie de escenificación de la crueldad. Poco a poco aparecieron otros detalles de cómo había sido secuestrado en Ermua y nos fuimos enterando de más datos. Fueron inexorables en las 48 horas. Exigían una negociación con el Estado y éste no podía acceder. Desde el primer momento, publicamos en el Obispado una nota exigiendo la liberación.

¿En qué momento habla con la familia Blanco Garrido?

Nada más conocer la noticia visito a los padres en su casa. Me encuentro con una familia destrozada. Están desechos. Otra de las veces que estoy con ellos es cuando todavía estaba el cadáver en el Hospital de Nuestra Señora de Arantzatzu, tras dar un beso al cuerpo de Miguel Ángel Blanco; puedo rezar con la familia. Eran hondamente religiosos. Estábamos todos muy consternados por lo que había ocurrido.


Tiene una memoria infalible y durante la entrevista, Monseñor Blázquez no quiere dejar pasar la oportunidad de agradecer la labor que hizo siempre el párroco de Ermua, José María Larruskain, acompañando a la familia en aquellas 48 horas de julio.


¿Les sorprendió la movilización ciudadana?

Había visto muchas movilizaciones pero como la de Bilbao el sábado 12 de julio ninguna. Fue multitudinaria. Tan contundente en la exigencia de la libertad y tan contundente en la condena del secuestro. Hubo quien quería que estuviera en la cabecera pero preferí permanecer en un segundo plano. Los ciudadanos me agradecieron mucho la presencia. Era un grito de la sociedad entera. Era un grito también de la Iglesia.

¿Le parecía irreal que un ser humano pudiera arrebatar en 48 horas la vida a otro?

Me parecía realmente macabro. Espeluznante. Que se pudiera fijar de esta forma 48 horas de plazo para esa negociación que exigían. Ninguno tenemos capacidad de disponer de la vida de nadie. Solo nuestro Dios es nuestro señor y creador. Solo ante él transcurre nuestra vida. Él es nuestro origen. Nuestra guía; nuestra meta. Que haya alguien que se interfiera en el camino es macabro. Fue también espeluznante el cumplimiento así al minuto el tiro.

¿Pensó que le matarían?

Temía que sí.

El funeral de Miguel Ángel fue multitudinario, desbordó las previsiones …

Fue una de las cosas que me sorprendió. Ya no pudimos acceder con el coche hasta cerca porque estaban las calles adyacentes llenas de gente. Pudieron entrar en la Iglesia una mínima cantidad de las personas que se habían congregado para el funeral. Fue muy doloroso. Vinieron muchas autoridades de Estado, del Gobierno autonómico, del Ayuntamiento. Estaba el entonces Príncipe de Asturias. Acudía como joven al funeral de un joven. Recuerdo que estaba sentado junto a su familia. Una gran parte del templo lo ocupaban las autoridades. Fue el funeral que más me conmovió.

En su homilía lanzó unos mensajes muy claros: “Buscar un pretexto al asesinato de Miguel Ángel es la humillación para la sociedad”

En la homilía quise estar cerca de la familia, también condenar el asesinato. A raíz de una de las lecturas, quise trasladar ese ‘No tengamos miedo, el Señor va con nosotros en la barca. Puede amenazar el viento contrario, fuerte pero el Señor va con nosotros’. Ante una muerte así, no se pueden hacer discursos; más bien lanzar flashes.


Monseñor Blázquez no ha olvidado el asesinato a sangre fría de Miguel Ángel Blanco. “En los 15 años que estuve en la Diócesis de Bilbao (de 1995 a 2010), ha sido uno de los acontecimientos más duros”, afirma.


¿Se ha olvidado la sociedad de ETA?

Yo fui de los primeros que exigió la desaparición de ETA en un funeral concreto. ETA nunca debió de existir. Nadie tiene la capacidad de disponer de la vida de otra persona. ETA era una losa amenazadora. Una sociedad tiene derecho a vivir sin ETA. La existencia de ETA era una humillación para la sociedad vasca. Para todos.

¿Qué debería quedar del llamado Espíritu de Ermua?

Deberíamos aprender muchas lecciones. Nunca se debe llegar al terrorismo. Al asesinato organizado y además con una intencionalidad de doblegar a un pueblo en su libertad. Debemos estar muy atentos para que nunca ocurra. Debemos trabajar unidos por la Paz, por el respeto.

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