A las 17.45 horas de la tarde, las columnas de Bernini, en la Plaza de San Pedro servían para que un total de cincuenta sacerdotes se sentasen a administrar el perdón a quienes se acercasen a confesarse, de la misma forma que las confesiones en la JMJ. A las 19.00 horas daba comienzo la Vigilia, presidida por el Pontífice con el cántico del Veni Creator Spirictus, la llegada de la Virgen Salvación del pueblo romano, portada a hombros de la Guardia Suiza y el rezo meditado del Santo Rosario, intercalando cánticos entre cada uno de los Misterios. A continuación el Papa ha pronunciado una reflexión.Durante su alocución, Francisco ha comenzado recordando aquellas palabras del Génesis en las que se dice que "Vio Dios cuanto había hecho y era muy bueno. El Papa ha explicado que la creación guarda esa belleza y que, ante la pregunta del hombre si se puede seguir conservando, el Papa recuerda que es posible, sólo que el egoísmo y el pecado del hombre la ahogan. Para ello ha exhortado a reflexionar si es posible otro mundo que evite la guerra y la violencia en la que estamos sumergidos, y ha respondido que "sí es posible", cuando el hombre deja sus comodidades y se encuentra frente a frente con la Cruz. Pra ello ha pedido que se vuelva la mirada a la Reina de la Paz, a la que ha puesto como intercesora. El Santo Padre ha invitado a repetir a todos los presentes "¡Nunca más la guerra!" y que "la paz se afianza con la paz!"Posteriormente ha tenido lugar un fuerte raro de oración ante el Santísimo Sacramento en un gesto de petición por la paz que necesita la humanidad en estos momentos tan delicados. Se terminó con la Bendición con la Custodia. Durante su alocución, Francisco ha comenzado recordando aquellas palabras del Génesis en las que se dice que "Vio Dios cuanto había hecho y era muy bueno. El Papa ha explicado que la creación guarda esa belleza y que, ante la pregunta del hombre si se puede seguir conservando, el Papa recuerda que es posible, sólo que el egoísmo y el pecado del hombre la ahogan. Para ello ha exhortado a reflexionar si es posible otro mundo que evite la guerra y la violencia en la que estamos sumergidos, y ha respondido que "sí es posible", cuando el hombre deja sus comodidades y se encuentra frente a frente con la Cruz. Pra ello ha pedido que se vuelva la mirada a la Reina de la Paz, a la que ha puesto como intercesora. El Santo Padre ha invitado a repetir a todos los presentes "¡Nunca más la guerra!" y que "la paz se afianza con la paz!" Posteriormente ha tenido lugar un fuerte raro de oración ante el Santísimo Sacramento en un gesto de petición por la paz que necesita la humanidad en estos momentos tan delicados. Se terminó con la Bendición con el Santísimo.