Desde que el pasado febrero los estudiantes venezolanos convocaran una marcha pacífica contra la inseguridad y la carestía, Venezuela vive en permanente estado de incertidumbre. Ni la ronda de contactos entre el Gobierno, la Oposición y la Organización de Estados Americanos ha conseguido rebajar el grado de represión, ni las denuncias ante los Gobiernos de Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea han conseguido presionar al Gobierno de Maduro. El chavismo sigue sin variar el tono de su política de represión. Las últimas medidas judiciales sobre convocatorias de marchas pacíficas son una muestra de ello.Tampoco en materia económica cambia nada. La subida de salarios decretada la semana pasada no ha servido de nada después del repunte de la inflación. La oposición, cada día más fragmentada, no parece capaz de conseguir un frente unido ante la represión chavista. Estados Unidos solo sabe responder con el arma de las sanciones, al tiempo que los Gobiernos latinoamericanos guardan silencio y Europa mira a otro lado.El número de presos políticos, entre los que hay dos españoles, de heridos y muertos en Venezuela es lacerante. El último detenido ha sido Rodrigo Diamanti, creador del hastag #SosVenezuela. El Gobierno ha cerrado en las últimas horas otra emisora de radio. Y pese a todo, los venezolanos resisten con la esperanza de un futuro distinto.