Ayer supimos que Urkullu y Mas se reunieron en Vitoria y que, según sus portavoces, constataron juntos las dificultades para avanzar en el autogobierno, debido a lo que han llamado la estrategia re-centralizadora de Madrid. Son eufemismos. Los dos proyectos de Mas y de Urkullu no tienen nada que ver con el autogobierno, son proyectos de independencia. El Gobierno no pretende recentralizar simplemente quiere que se cumpla lo que determina la Constitución. Lo significativo no es lo que han dicho sino el hecho mismo de la reunión. Hasta las últimas semanas Urkullu se había mantenido en la ambigüedad, pero en el manifiesto del Aberri Eguna celebrado hace dos semanas ya dejó claro que lo suyo es también la secesión, aunque sin  precisar todavía la fórmula jurídica para intentar materializarla. El PNV, en un País Vasco donde el apoyo a la independencia es mucho más bajo que en Cataluña, coincide en el objetivo con CiU. Los nacionalistas vascos quieren evitar lo que pronostican las encuestas para los nacionalistas catalanes: que Bildu les supere en intención de voto, como ERC ya supera a CiU. Lo que pasa es que entre el original y la copia los electores siempre se quedan con el original. Afortunadamente entre el PP y el PSOE parece que hay un acuerdo fundamental para responder con contundencia a estas pretensiones. Sería conveniente que ese acuerdo se materializara y se visualizara para lanzar un mensaje claro.