Moralzarzal (Madrid), sábado 20 de abril de 2013. Menos de un cuarto de plaza. Toros de Buenavista, desiguales de presentación y manejables en conjunto, a excepción del rajado tercero. Destacó sobremanera el quinto. Jesuli de Torrecera, oreja y dos orejas. Esaú Fernández, oreja y dos orejas. Milagros del Perú, que tomaba la alternativa, dos orejas y vuelta. La historia en el toreo está para escribirla con capítulos que demuestren que este espectáculo evoluciona día a día y se adapta a los tiempos que corren, que no existe discriminación por sexo, raza, credo o condición, pues el traje de luces hace que todos, hombres y mujeres, sean iguales a la hora de estar en la cara del toro. Y de eso mismo se ha encargado de corroborar Milagros del Perú, que ya forma parte de la historia de tauromaquia al haberse convertido hoy en la decimotercera fémina en doctorarse como matadora de toros, y la primera peruana en hacerlo en España. Frente al manejable primero, al que recibió con un alegre saludo a la verónica, salió a por todas la peruana, con un prólogo de rodillas antes de estructurar una faena de muleta en la que intercaló muletazos de cierto buen son sobre la diestra con guiños y desplantes de cara a la galería. Mató a la primera y cortó las dos orejas. Con el sexto anduvo la peruana voluntariosa en un trasteo entonado sobre ambas manos que le pudo haber supuesto algún trofeo más en su haber si hubiera estado más acertada en la suerte suprema. Jesuli de Torrecera protagonizo buenos momentos frente a su primero, con el que destacó en el toreo en redondo en varias series de muletazos limpios y ligados, amén de algunas cositas sueltas también muy modo. Inexplicablemente cortó sólo una oreja pese a la petición mayoritaria en demanda del segundo trofeo. Lo mejor de la tarde fue la faena de Jesuli de Torrecera al cuarto, desde el mecido y templado saludo a la verónica hasta la firme y entregada labor de muleta ante un animal complicado y a la defensiva, con el que el gaditano se vació por completo para acabar consiguiendo extraordinarios naturales antes de agarrar una gran estocada que le valieron las dos orejas sin discusión. El primero de Esaú Fernández, aunque apuntó buen son en los primeros tercios, cantó enseguida su condición de manso, "rajándose" a las primeras de cambio. Faena tesonera del sevillano, que logró largos y templados muletazos por los dos pitones, aunque, eso si, de uno en uno. Paseó un apéndice. El quinto fue el mejor toro de la corrida, y ante él se vio un Esaú muy dispuesto pero un punto deslavazado, pues aunque logró pases de cierta largura ante un animal que no se cansó de embestir con ritmo y humillación, le faltó al sevillano un punto más de sosiego y dar más sitio a un astado que pedía distancia y otros terrenos. Pero el conjunto conectó lo suficiente para cortar las dos orejas.