En el contexto del debate político y social sobre la futura ley del aborto hay quien está contribuyendo a la ceremonia de la confusión con mentiras, medias verdades y argumentos que atentan abiertamente contra la razón.La ley que padecemos actualmente en España ha convertido el aborto en un derecho. Hubiera sido la misma aberración aunque el número de abortos se hubiera reducido, tal como prometió en su día el Gobierno socialista, pero las cifras son tozudas y la situación de desprotección del derecho a la vida en España no puede ser más desoladora.Si de defender a los más débiles se trata, la cuestión del derecho a la vida de los discapacitados está retratando de manera especial a quienes se atreven a criminalizar sin vergüenza alguna a los padres que presuponiendo que su hijo nacerá enfermo no decidan eliminarlo antes de nacer. Cuando no se defiende toda la vida y la vida de todos, es perfectamente posible  deslizarse por pendientes tan resbaladizas como la de la eugenesia. Sólo con la razón y la inteligencia oscurecidas puede explicarse que alguien sostenga desde tribunas públicas que es preferible diseñar hijos inteligentes y sanos, que dejar nacer hijos enfermos y tontos.Así estamos. Por eso ahora, en este momento histórico, es si cabe más importante defender la vida desde la concepción hasta su fin natural. Cualquier cosa que no sea defenderla en su totalidad y sin condiciones será negociar plazos o exigir certificados de salud, para disponer de la vida del ser humano que va a nacer, en función de lo que decida arbitrariamente un tercero.