Esta realidad ya queda prefigura cuando el Señor dice a la serpiente en el paraíso: “Establezco hostilidades entre ti y la mujer. Entre tu estirpe y la Suya. Ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón”. María, Tabernáculo del Altísimo, es preparada por el Espíritu para fecundar en sus entrañas al Verbo de Dios, al Salvador de la humanidad. Ella es la Nueva Eva que engendra al Nuevo Adán, Cristo, que dará al Padre un Pueblo bien dispuesto. Con razón dice el Salmo: “Hija de Sión alégrate, porque el Señor está en Ti. Salvador y Rey”. María, Llena de Gracia es feliz porque ha creído en la palabra del Cielo. Es la humilde esclava en quien el Todopoderoso se ha fijado, haciendo obras grandes en su vida. España contribuyó mucho en la petición desde su Fe a la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción. Por este motivo, María Inmaculada es su Patrona, junto con el Apóstol Santiago y la Santa sede concedió a españa que el color litúrgico de este día no fuese blanco sino azul celeste, tomado del color de la túnica de la Inmaculada. Iconografía: Se le representa con el manto color azul y con diversas de formatos y cuadros artísticos que ha tenido a lo largo de los tiempos. Otros Santos: Zenón, Ana y Sabina.