Sin embargo, ella desistió cualquier compromiso alegando su Fe en Cristo. Así empieza a tener dificultades, porque es acusada de cristiana, religión que no sólo prohibía, sino que también perseguía, el Imperio Romano. Por este motivo, intentan desviarla de la senda recta, usando todo tipo de estratagemas, de las que Inés sale victoriosa. Al ver que nada conseguían, la intentan quemar en una hoguera, pero ella sale ilesa milagrosamente. Entonces, muere decapitada en el año 304. Después del Edicto de Milán, por el que se deja de perseguir la religión cristiana, la hija de Constantino, levanta una Basílica en su honor en al Vía Nomentana, extendiéndose su culto rápidamente. Tanto San Ambrosio de Milán como el Papa San Dámaso, dejan diversos escritos elogiando el testimonio de la Santa, que vivió las virtudes cristianas y humanas en grado heroico. También se halla incluida en el Canon Romano. Iconografía: Se le representa con la palma del martirio y los ángeles poniéndole una corona de flores. También lleva un cordero en la otra mano en alusión a la etimología de su nombre. Otros Santos: Nuestra Señora de Altagracia, Publio y Epifanio.