Cuando la princesa Margarita, con la que estaba muy unida, contrae matrimonio ella queda libre de toda atadura en el palacio y sigue el camino que le marca la Providencia, tal y como sentía en su corazón ya desde que tenía doce años de edad. La vocación a la que le llama es al seguimeinto del carisma de Francisco de Asís y entra en el Convento de las Terciarias Franciscanas. Desde el principio despunta por su bondad espiritual y todo tipo de cualidades que le hacen una verdadera imagen del Rostro de Dios. Elegida Abadesa en el Capítulo General sus cualidades se incrementan hasta el momento de su muerte en que entrega el alma al Esposo Divino. Iconografía: Se le representa con el hábito de clarisa orando a Dios. Otros Santos: Domingo, Paciano y Francisca Romana.