Junto a estas facetas, tenemos también su gran amor hacia los pobres. Posteriormente ingresa en la Orden de Predicadores, donde se inicia en un camino penitencial para evitar el orgullo, que podía minar su vida espiritual. Los superiores le encargan investigar sobre temas morales, en los que profundizará escribiendo diversos tratados, lo que le hacen un experto moralista. En su empeño y celo evangelizador, recorrió Cataluña, Aragón y Castilla. Su fama llegó hasta el Papa Gregorio IX, quien el nombró su confesor, y después le encomendaría la Diócesis de Tarragona. Fue General de la Orden tras morir Jordano de Sajonia, servicio que aceptó por obediencia más que por gusto propio. Su gestión hizo florecer más, si cabe a los dominicos, trabajando en bien del carisma de Domingo de Guzmán. Muere el 6 de enero de 1275, cuando contaba con 100 años de edad, después de ser visitado por los monarcas de Castilla y Aragón. Sus reliquias reposan en Barcelona. Iconografía: Se le representa con el hábito dominico, un libro de leyes y una llave que simboliza el saber. Otros Santos: Luciano, Mateo y Alderico.