Se forma en diversos colegios de los jesuitas hasta que entra en el noviciado. Cuando ejerce su ministerio sacerdotal en Zaragoza, se produce la expulsión de la Compañía de Jesús. Así marcha a Italia, donde Córcega o Génova, dan fe del carácter sobrenatural de José. Una vez abolida la Compañía de Jesús y confiscados los bienes, quedando jesuitas sólo en Prusia y Rusia, el Santo propugna su restauración. Para ello, forma a los nuevos candidatos y reorganiza a los ya existentes. Así ve la mano de la Providencia que a toda su obra le conduce por un periodo de prueba y de conversión para un mayor fortalecimiento de la Fe. En medio de este impulso y su trabajo infatigable, entrega su alma a Dios el 15 de noviembre de 1811. Iconografía: Se le representa con el hábito jesuita y mirando al crucifijo. Otros Santos: Demetrio, Filomeno y Gertrudis.