Así verá cuál de ellos es el más sencillo para vivir él, ya que la fama le perseguía por todas partes, algo que no quería. Decidido por Pharán, dada la proximidad a Jerusalén, a los cinco años debe abandonarla e irse con otro compañero, Teoctisto, a la gruta de Dabor. Sin embargo, la multitud le sigue con la intención de imitarle en la vida eremítica. Allí se producirá la curación del hijo de un hombre caldeo, quien, había venido con todo el séquito en busca de Eutimio. Al producirse la curación humana, también viene la conversión del corazón, convirtiéndose al cristianismo. Buscando más silencio para su recogimiento y oración, marcha a Sabel, en el Sur del Mar Muerto, donde entrará en contacto con muchos árabes. La sencillez del Santo les arrastra a abrazar la Doctrina de Cristo. Convirtió a la Emperatriz Eudoxia, unificando Oriente en el Concilio de Calcedonia. Muere mártir en el año 840. Iconografía: Se le representa con hábito de ermitaño. Otros Santos: Sofronio, Constantino y Trófimo.