Entregado al estudio y a la formación espiritual, destaca por su sabiduría hasta el punto de ser condecorado como Maestro en Teología. Sin embargo, mayor será su carrera hacia la santidad alentando la vida del espíritu. Así se iba preparando a la tarea que el Cielo le tenía encomendada, secundando la llamada del misionero Willibrordo, en Frisia –actual Holanda-, para anunciar el Evangelio de Jesucristo. Puesto al servicio de Dios en la persona de su Vicario, el Papa Gregorio II, marcha a Frisia donde le quieren hacer Abad, cargo que rechaza, siendo trasladado a Alemania, donde será Legado Pontificio. Su predicación alienta a los cristianos y logra el florecimiento de más comunidades, lo cual impulsa la difusión de la Fe. Sin embargo, algunos grupos de paganos, contrarios a la Doctrina cristiana, organizan una persecución, matando a Bonifacio y cincuenta y tres compañeros más. Su cuerpo fue sepultado en Fulda. Al igual que San Francisco de Asís hace con la instauración del Belén, Bonifacio planta un árbol en honor del Señor que viene a salvarnos, con lo que surge la idea de cristianizar la tradición del árbol navideño. Iconografía: Se le representa plantando el árbol en honor del Único Dios que nos salva por medio del Hijo y con los atributos de la dignidad episcopal que tiene. Otros Santos: Ciriaco, Eutiquio y Valeria.