Sus grandes deseos de aprender le llevaron a ser instruido por un maestro que le inculcó sus conocimientos con duras disciplinas, hasta que regresó enfermo a casa. Una vez recuperado fue llevado a unos benedictinos, quienes descubrieron su deseo de profundizar en el estudio. Así se iría fraguando su carisma y los planes que el Cielo tenía sobre él, ya que después de encontrar la oposición de su padre, a causa de su enfermedad, logrará entrar en el Monasterio Benedictino de Le Bec, en Normandía. Allí llegará a ser Abad del Convento. Después de irse a Inglaterra, ocupará la Sede Episcopal de Cantorbery. El nuevo Obispo, que mostrará un gran celo por la difusión del Evangelio, se encuentra con algunos graves problemas que acechan a esa Comunidad Eclesial como es el abuso del poder político, frente a la Iglesia. Al hacer frente a esta situación con gran acierto y grandes frutos, tuvo que sufrir el destierro dos veces. Su gran afán de estudio y de profundizar en los grandes saberes, le hizo escribir obras de Filosofía y Teología. Muere el año 1109. Iconografía: Se le representa con el Báculo y la Mitra episcopales. Otros Santos: Timoteo, Isacio y Conrado.