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En el mensaje dedicado a los migrantes y refugiados

La respuesta del Papa al drama de la migración: acogida y respeto recíproco

Una tradición que cobra mayor importancia ante el aumento del número de personas que deben dejar sus países por ser "víctimas de la violencia y de la pobreza".

El Papa rezando durante una audiencia en San Pedro. Reuters

El Papa rezando durante una audiencia en San Pedro. Reuters

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Tiempo de lectura: 3'Actualizado 10 abr 2017

Para el Papa Francisco, la respuesta al drama de la inmigración no puede ser otra que la solidaridad para acoger a personas que están sufriendo y el respeto recíproco entre los refugiados y los ciudadanos de los países receptores. El tradicional mensaje que cada año escriben los Pontífices dedicado a los migrantes y refugiados cobra en esta ocasión una mayor importancia ante el aumento del número de personas que deben dejar sus países por ser "víctimas de la violencia y de la pobreza", como describe Francisco en el documento publicado hoy. Un texto que, como se describió durante su presentación a la prensa, recoge la respuesta que deben dar los católicos, pero también es una invitación a todas las personas e instituciones católicas a hacer mucho más por los "hermanos migrantes". El mensaje del Papa, como explicó el presidente del Pontificio Consejo para la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, el cardenal Antonio Maria Vegliò, parte de que todo el mundo tiene "el derecho a emigrar" pero también "el derecho a no tener que emigrar". Por ello, el mensaje de Jorge Bergoglio es un toque de atención a las conciencias de los habitantes de los países donde llegan los inmigrantes. El Papa invita a reflexionar cuando pregunta: "¿No es tal vez el deseo de cada uno de ellos el de mejorar las propias condiciones de vida y el de obtener un honesto y legítimo bienestar para compartir con las personas que aman?. Francisco explica que para los católicos "en la acogida del extranjero (...) se abren las puertas a Dios y en el rostro del otro se manifiestan los rasgos de Jesucristo". Y, sin embargo, el Pontífice hace notar cómo "no cesan de multiplicarse los debates sobre las condiciones y los límites que se han de poner a la acogida, no sólo en las políticas de los Estados, sino también en algunas comunidades parroquiales que ven amenazada la tranquilidad tradicional". Y entonces una parte importante e "indispensable", subraya Bergoglio, es "que la opinión pública sea informada de forma correcta, incluso para prevenir miedos injustificados y especulaciones a costa de los migrantes". Otro aspecto destacado por el Papa es el de cómo prepararse a los cambios que estos flujos migratorios inevitablemente provocarán y sobre todo cómo defender "la identidad" de todos. "¿Cómo hacer de modo que la integración sea una experiencia enriquecedora para ambos, que abra caminos positivos a las comunidades y prevenga el riesgo de la discriminación, del racismo, del nacionalismo extremo o de la xenofobia?", se interroga el pontífice. Responde entonces sobre la necesidad de respeto por los inmigrantes, para que sean vistos como personas que, "protegidas en su dignidad, pueden contribuir al bienestar y al progreso de todos". Pero también insta a los inmigrantes a que asuman "responsablemente los deberes en relación con quien los acoge, respetando con reconocimiento el patrimonio material y espiritual del país que los hospeda, obedeciendo sus leyes y contribuyendo a sus costes". Y por ello, lamenta que los inmigrantes y refugiados se encuentren con "falta de normas claras y que se puedan poner en práctica, que regulen la acogida y prevean vías de integración a corto y largo plazo, con atención a los derechos y a los deberes de todos". Pero en este análisis sobre el momento actual del drama de la inmigración el Papa indica que la principal cuestión que se debe afrontar tras "la superación de la fase de emergencia" es la de dar soluciones para que esta gente no se vea obligada a dejar sus hogares. "Las historias dramáticas de millones de hombres y mujeres interpelan a la Comunidad internacional, ante la aparición de inaceptables crisis humanitarias en muchas zonas del mundo", escribe el Papa. Y añade: "Es necesario evitar, posiblemente ya en su origen, la huida de los refugiados y los éxodos provocados por la pobreza, por la violencia y por la persecución", subraya. No hay alternativa, asegura Francisco, porque "la indiferencia y el silencio abren el camino a la complicidad cuanto vemos como espectadores a los muertos por asfixia, penurias, violencias y naufragios".

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