Los últimos tiempos del Tribunal Constitucional estuvieron marcados por la polémica causada por la dimisión en bloque de varios magistrados, el uso del voto de calidad de la presidenta más allá de lo aceptable y los reproches públicos. Motivos a los que hay que añadir una discutible reforma de la Ley orgánica por la que se rige, del año 2010. El hecho de que la renovación que acaba de producirse se haya realizado dentro de los plazos marcados es un indicio de un buen camino para recuperar la credibilidad necesaria de este órgano clave en la arquitectura constitucional de España. En este sentido hay que agradecer al gobierno de Mariano Rajoy su empeño para que este proceso contribuya a la estabilidad del funcionamiento de nuestra más alta magistratura.No va a ser fácil recuperar una confianza muy dañada en los últimos años por determinadas sentencias y por la sospecha de que los magistrados se alinean en función de adscripciones ideológicas, y lo que es peor, de obediencias partidistas. El discurso de despedida del hasta ahora presidente, Pascual Sala, ha insistido en la necesidad de que las controversias  políticas y sociales sean abordadas desde criterios técnicos y jurídicos. Tardío reconocimiento. El nuevo Constitucional tiene una prueba de fuego a la hora de resolver el recurso contra la ley del aborto: de lo que se trata es de garantizar que la protección de la ley es efectiva y no está al albur de caprichos, humores o artificios ideológicos.