Reacciones destempladas
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Actualizado 26 may 2017
Este fin de semana la oposición nacionalista y socialista ha criticado con dureza el proyecto de reforma de la enseñanza. Las críticas nacionalistas reflejan hasta qué punto es necesario que se cumpla la jurisprudencia del Constitucional sobre el castellano y que exista un proyecto educativo con elementos comunes en todas las Comunidades Autónomas. Desde el PSOE se ha amenazado con denunciar los Acuerdos Iglesia-Estado por la nueva regulación de la asignatura de Religión. Esta es una vieja amenaza. En realidad en la cuestión de la asignatura de Religión los Acuerdos no se estaban cumpliendo: la materia no tenía una alternativa y su nota no contaba. Con la reforma, en parte, se corrige esa situación. La existencia de una asignatura de Religión católica en el currículum escolar no vulnera, como señalan algunos, el principio de no confesionalidad. La asignatura no es obligatoria y puede estudiarse otra materia en su lugar. Una laicidad bien entendida, una laicidad positiva, implica recoger el valor que tiene para la educación de las nuevas generaciones la tradición religiosa. Quedará siempre a libertad de todos el aceptar o no esa tradición. Es cierto que la reforma de la enseñanza tiene puntos débiles. El principal: no mejorar sustancialmente el trato a la enseñanza de iniciativa social, a la concertada.
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