El Papa Francisco ha clamado este domingo por el cese de todas las guerras que, aunque para muchos desgraciadamente hayan caído en el olvido, asolan todavía diferentes lugares del mundo.Es el momento de dirigirnos al Señor con la gozosa certeza de su resurrección y de pedirle, con confianza, por el fin de cuantos flagelos nos azotan. Entre ellos, sin duda, está el de  conflictos como los de la República Centroafricana, Nigeria, Sudán del Sur, Irak o Siria, para el que el Papa ha pedido especialmente que las partes en causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto tiempo.Es el momento de rezar para que sostenga también las esperanzas que suscitan la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos; y para que los ánimos en países que viven en medio de la incertidumbre como Ucrania y Venezuela se abogue por el diálogo, la unidad, la reconciliación y la concordia.Es la culminación del Evangelio, la Buena Noticia por excelencia: Cristo ha resucitado. Él, que ha vencido a la muerte, nos da su paz, y nosotros, como mensajeros privilegiados de su resurrección, hemos de salir a los caminos para anunciarlo y ser testigos de esa paz, trabajadores sin descanso en pos de una sociedad cada vez más fraterna, donde cese toda hostilidad y se acallen de una vez para siempre todas las guerras.