Uno de los nombres propios de la segunda novillada de San Isidro, Posada de Maravillas, que cortó una oreja después de sufrir una tremenda voltereta por parte de su segundo, ha confesado a Efe camino de la enfermería: "Estoy destrozado, pero ahora mismo me puede más la felicidad que el dolor".El joven espada extremeño, que rompió a llorar tras lograr el apéndice del mejor novillo del envío del Conde de Mayalde, prácticamente no pudo hacer más declaraciones, ya que iba a toda prisa a ser revisado por el doctor Máximo García Padrós de los numerosos golpes que se llevó.Sin embargo, sí llegó a esbozar alguna palabra más, todas refiriéndose a su estado de ánimo de "plena satisfacción", por el hecho de que Madrid "por fin me haya visto".