Durante su alocución, el Santo Padre ha reflexionado acerca del Evangelio según San Lucas que se lee en las Misa de este domingo, en el que unos saduceos, grupo que no acepta la resurrección de la carne, le plantean a Cristo el caso de una mujer que enviudó siete veces, preguntándole acerca de quién será su esposo en la Vida Eterna. El Pontífice recuerda cómo Cristo, sin perder la calma, les escucha y les recuerda que en la otra vida son como ángles, y les recuerda que Dios es Dios de vivos y no de muertos, lo cual hace comprender la realidad de la resurrección en el último día. El Papa ha dicho que ese es el sello d ela Alianza definitiva, que queda firmado con su Muerte y Resurrección para que nosotros tengamos vida, y es que así Cristo nos da su espereanza y su Luz que nunca acaba. Así obtenemos una Vida que supera nuestra mente e imaginación porque se encuentra por encima de ellas. Esto es lo contrario de lo que creían los saduceos. El Pontífice ha dicho que Criosto es fiel y su fidelidad es eterna. tras el rezo del Ángelus, el Obispo de Roma ha recordado a María Teresa Bonzel, Fundadora de las Hermanitas Pobres Franciscanas de la Adoración Perpetua. También ha recordado la tragedia que vivió Alemania la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, en plena II Guerra Mundial, y en la que fueron asesinados un centenar de judíos y deportados otros miles de semitas. Esto le ha servido a Francisco para pedir que estas lecciones de la historia nos ayuden a desechar toda forma de violencia y de racismo. Pero, junto a esto, el momento más emotivo es cuando el Pontífice ha puesto a rezar a todos los asistentes por las vístimas del tifón que ha azotado a la población filipina.