Nicolás Maduro no es Hugo Chávez y sus bravuconadas contra Estados Unidos, España o Colombia, sus amenazas contra Capriles y la represión lanzada contra la oposición, así como su alianza inquebrantable con la Cuba castrista, le están pasando factura. A un mes de las elecciones ya no quedan dudas de que el chavismo se hizo con el poder gracias al fraude electoral. Los venezolanos, en su inmensa mayoría, son muy conscientes de que los herederos de Chávez no son capaces de gobernar un país que pasa hambre y carece de los recursos básicos para vivir.Venezuela, la mayor reserva petrolífera del mundo, se ha convertido en un importador neto de gasolina, que vende y regala a sus amigos mientras es incapaz de invertir en mejorar sus propias refinerías. Hugo Chávez potenció esta política y con ella se aseguró la amistad de algunos países latinoamericanos, al tiempo que mantenía contenta a una mayoría de venezolanos. Estos son los círculos viciosos que la oposición debe romper. Con razón la coordinadora de relaciones internacionales de Unidad Venezuela, María Corina Machado, pide a los países latinoamericanos que reconozcan la verdad de lo que está sucediendo en Venezuela, al tiempo que la oposición sigue firme en su demanda de impugnar las elecciones del 14 de abril.Maduro cuenta con la fuerza, pero por primera vez en decenios Venezuela dispone de una oposición unida en torno a un líder que trabaja coordinadamente en varios frentes. Es cuestión de tiempo y a la oposición le corresponde ser tenaz y paciente, sin bajar la guardia.