Este fin de semana, después de muchas peripecias, se ha acabado la huelga de limpieza que ha afectado durante casi dos semanas a Madrid. De este paro se pueden sacar varias lecciones. España sigue sin contar con una legislación sobre huelga y esa normativa es especialmente necesaria cuando afecta a servicios públicos importantes. En algún momento de la negociación los representantes sindicales reclamaron la dimisión de la alcaldesa de Madrid. Una huelga legítima nunca puede tener fines políticos directos, su objetivo debe ser laboral. Por otra parte hay que establecer mecanismos para que los servicios mínimos se cumplan.Otra lección que aprender es la que se refiere a la subcontratación de servicios públicos. Es muy conveniente que esos servicios no sean siempre de gestión directa por la Administración pero es necesario que cuando son gestionados por empresas o por entidades sin ánimo de lucro se establezcan sistemas de seguridad para evitar crisis innecesarias. Y por último la moraleja política. Cuando los políticos, de manera directa o indirecta, causan un problema a los ciudadanos o les piden un sacrificio, tienen que hablar y explicar lo que está pasando. El hermetismo nunca es una buena opción.