El Presidente Obama ha visitado México. Es su segundo viaje internacional, después de haber visitado Israel. Este es un viaje estratégico en materia de seguridad y económica. La frontera su de Estados Unidos es una zona peligrosa en la que cientos de emigrantes de Centroamérica y México arriesgan su vida a cambio de un futuro incierto. Esa misma frontera es una zona aparentemente libre para el tráfico de drogas y de armas. Ni Estados Unidos ni México pueden permitirse  algo así. Sin embargo no parece que ésta sea la cuestión sobre la que ha girado la visita del Presidente de los Estados Unidos.Los presidentes Peña Nieto y Obama han convertido la cuestión económica y comercial en el eje de las relaciones entre ambos países. Estados Unidos y México quieren seguir profundizando en la cooperación comercial, en la inversión productiva y en el desarrollo tecnológico. Sin embargo, pensando en México, nada de esto tendrá efectos demasiado positivos para los 110 millones de mexicanos, si el PRI de Peña Nieto no fortalece el Estado de Derecho, agiliza la reforma del sistema penal, lucha con efectividad contra la delincuencia y la inseguridad ciudadana y se compromete en la lucha contra el narcotráfico. La relación económica entre México y Estados Unidos es una de las más poderosas del mundo pero si Enrique Peña Nieto no se esfuerza por entrar de lleno en las cuestiones relativas a la seguridad y la lucha contra el narco, México será incapaz de aprovechar las oportunidades reales de compartir frontera con el gigante estadounidense.