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Llevan en Castellón desde 1859

Las Hermanas de la Consolación consideran necesario continuar viviendo y trabajando en el Hospital Provincial

Las cinco Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación que viven en el Hospital Provincial están dispuestas a cambiar su lugar de residencia en el centro si las necesidades del hospital así lo requieren.

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Tiempo de lectura: 5'Actualizado 10 abr 2017

Precisan que es importante que continúen residiendo en el centro para poder dar atención en el momento en el que se precise, sea de día o de noche. Además, recuerdan que de las cinco monjas que en estos momentos hay en el centro, solamente una tiene contrato laboral.   Mª José, Presentación, Rosario, Natividad y Ana son las 5 hermanas de Ntra. Sra. de la Consolación que viven y dan la vida en el Hospital Provincial de Castellón. Ellas allí realizan una labor sencilla, silenciosa y de una enorme grandeza. No tienen horario ni vacaciones: son monjas las 24 horas del día los 365 días del año y este es el tiempo que están disponibles en el Hospital.   Llevan en Castellón desde 1859, cuando el ayuntamiento, conociendo su labor con los enfermos en otros lugares, les pidió que vinieran al hospital. Junto a la atención técnica vieron que era muy importante también el cuidar a los enfermos espiritualmente y tener una presencia consoladora. La propia fundadora de la congregación, santa María Rosa Mola, fue quien inició la labor en el provincial. La hermana Soledad Obregón es la superiora provincial de las religiosas de Ntra. Sra. de la Consolación:   P- ¿Desde cuándo llevan las hermanas de la Consolación en el hospital provincial y en Castellón? R- Desde el 23 de agosto de 1859 las trajo el ayuntamiento que pidió que hubiera religiosas en el hospital. Fue la propia fundadora la que inició los trámites para estar en el hospital de Castellón, Santa María Rosa Molás. Inicialmente el hospital estaba ubicado en otro lugar, pero al no cumplía los requisitos necesarios se construyó el actual hospital. Nuestra fundadora trabajó mucho para que el hospital tuviera una condiciones dignas y su gran contribución fue reconocida en el centenario de la construcción del hospital. Hay un cuadro en la sala de juntas del Hospital en el que se puede observar una imagen de Santa María Rosa Molas con el hospital representado en su vientre. Para nosotras este hospital es muy importante porque es propio de nuestro tiempo fundacional, nació de nuestra propia fundadora. Refleja sus criterios, sus opciones, sus prioridades...   Llegamos aquí, no para cubrir necesidades laborales, sino para enriquecer con nuestra presencia humanizadora y evangelizadora la labor del hospital.   P- ¿Cuál es la labor que realizan las hermanas en el hospital? R-¿Qué somos las hermanas de la consolación en el hospital? Presencia de Dios que consuela. Lo importante no es lo que hacemos sino lo que somos para ellos: ese instrumento de misericordia y consolación. Actualmente hay 5 hermanas, todas ellas en activo aunque solo una con contrato laboral, por motivos ajenos a nuestra voluntad y estamos esperando la actualización del convenio. Hay una hermana que es enfermera y está en el centro de día de oncología. Otra de ellas se encarga de la capilla, la abre a las 7.00h de la mañana para que cualquier persona pueda acercarse: trabajadores antes de empezar su jornada, familiares, enfermos,.. Posibilita un espacio de consuelo. Hay otra hermana que está en salud mental de enfermos crónicos como voluntaria, con una dedicación incondicional, gran humanidad y creatividad. Ella tiene mucha experiencia en en este ámbito y es una presencial entrañable para ellos, punto de referencia también para médicos, trabajadores y enfermos. Con este tipo de enfermos es importante tenerlos entretenidos y les hace muchos talleres. En Navidad, por ejemplo, hicieron un belén viviente con los enfermos mentales y en Magdalena buscaron un grupo de baile folclórico. Siempre intentamos, a través de gestos sencillos, aliviar el dolor, ser ese “oleo del consuelo” del que habla el Papa Francisco. Hay otra hermana que se dedica a visitar a los enfermos en sus habitaciones, muchas veces a raíz de peticiones de los propios enfermos. Hay otra hermana que se encarga de coordinar el voluntariado. Actualmente contamos con unos 100 voluntarios, entre ellos algunos expertos del ámbito sanitario, jóvenes y familiares de enfermos que han fallecido de cáncer y una vez superado el duelo, se han incorporado como voluntarios y que iluminan con su propia experiencia y testimonio.   P- ¿Qué aceptación han tenido hasta ahora? R-Nosotras siempre hemos sentido que la labor en el hospital ha sido reconocida tanto por la dirección del hospital y los trabajadores, como por los enfermos y familiares. Hemos sentido mucho cariño de todo el pueblo de Castellón. En el hospital se viven momentos de mucho dolor y mucho sufrimiento. Y en estos momentos todos agradecemos palabras de aliento, de consuelo, escucha, espacio donde compartir lo que sentimos... Por eso hemos intentado ser ese aliento, ese consuelo y esa escucha. Durante la guerra civil las hermanas tuvieron que salir del hospital y al terminar, volvieron a ser acogidas.   P- ¿Por qué es importante la presencia de las hermanas en el hospital? R- Vivir en el hospital nos facilita para nuestra presencia sea más intensa, cercana e incondicional. Para las hermanas no hay horarios. En cualquier momento que haya necesidad, se hacen presentes, de día o de noche. Hemos ido ocupando diferentes lugares en el hospital en función de las necesidades de los enfermos y de la organización del hospital y ése queremos que siga siendo nuestro criterio. Desde el comienzo, nuestra madre fundadora pidió para las hermanas un lugar sencillo, pero decoroso. Estamos dispuestas a cambiar de lugar. Nunca hemos elegido el lugar donde vivir, siempre hemos estado donde donde nos han puesto, en función de las necesidades del hospital y de los enfermos. Si hoy las necesidades del hospital son diferentes a la de hace unos años, estamos abiertas y disponibles a que nuestra ubicación esté en otro lugar, siempre que reúna las condiciones necesarias para que las hermanas puedan vivir con dignidad su vocación y su misión.   P- ¿De qué manera las hermanas son ese rostro de la misericordia de Dios? R-Nuestros carisma es ser instrumentos de misericordia y consolación. Las hermanas de la consolación queremos ser como el buen samaritano. No pasar indiferentes al dolor de los hermanos. A veces las heridas no se curan con medicamentos y con avances técnicos, sino que también es necesario curar las herida del corazón, las que producen la propia enfermedad y la que produce vivirla en situaciones de soledad. Todos también sabemos la importancia que tiene cuando uno está hospitalizado, la cercanía y la humanidad de quienes nos tratan: el afecto, el cariño al rtatarnos, más eficaz que otros medios. El Papa Francisco nos invita a poder tocar las heridas de neustros hermanos y nosotras en el hospital tenemos muchas oportunidades de tocar esas heridad y de vivir rostro a rostro con ellas, de cargar a nuestros hombros a nuestros hermanos en esos momentos de vulnerabilidad y de debilidad. Sentimos que el hospital es como una gran posada a la que el buen samaritano lleva a los heridos en el camino y entonces nos encarga que cuidemos de ellos. Cuando recogemos a nuestros hermanos, sentimos que es el propio buen samaritano el que nos los trae y tratamos de cuidarles como lo haría él.   P- ¿Qué sucede cuando quitamos a Dios del sufrimiento de las personas? R- El sufrimiento sin Dios es vacío, el sufrimiento con Dios es un camino de sentido. Es verdad que aceptar el sufrimiento es difícil para todos. Sin embargo, encontrar una mano amiga, un hombro donde llorar, una compañía, no evita el dolor pero sí que lo hace más llevadero. Y eso es Dios: la presencia que nos capacita, que nos fortalece para acoger el dolor con más serenidad y con más sentido.

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